Los últimos años de la OTAN se han caracterizado por el reclamo estadounidense a los aliados europeos de una mayor contribución en defensa a la Alianza pues, EE. UU., considera que los aliados europeos relegan en él su defensa. Como consecuencia, los aliados europeos han ido incrementando su inversión en defensa en base al acuerdo del 2% del PIB alcanzado en la Cumbre de Gales de 2014.
El desarrollo de China en las dos últimas décadas ha provocado el desplazamiento del interés geoestratégico de EE. UU. La focalización de los esfuerzos de EE. UU. en contrarrestar el poder del país asiático acompañados de su salida del Tratado INF posibilita que Rusia vuelva a un papel protagonista en la esfera internacional.
La guerra de Georgia y las intervenciones militares rusas en Ucrania y en Siria, han advertido a la OTAN y la UE sobre los límites de acción occidentales en las áreas de influencia rusa.